jueves, 27 de junio de 2024

16. Mirador de los Infiernos y Fermoselle.

 

El Duero deja atrás Zamora, plácido y ancho, para apuntar al oeste, pero a unas docenas de kilómetros la orografía le hace torcer a la derecha y dirigirse al norte. Se ensancha más porque lo espera el embalse de San Román, pero lo que el río propone es una cabriola, un meandro que resulta de acercarse peligrosamente al Mirador de los Infiernos. Llega hasta él, lo muestra y vuelta a dirigirse al sur. Como si fuera una visita traviesa, un ir y venir repentino y caprichoso. El resultado en su paisaje paradójico, pleno de variantes geológicas. Puede pasar en unos cientos de metros de una plácida pradera a un abrupto barranco. Una carretera estrecha, sin espacio para cruzarse con otro coche en ocasiones y sin sitio para parar a mirar, para dejar el Insignia y extasiarse.



De pronto aparece como una gran presa que cruza todo el rio y una construcción sorprendente de piedra que divide el Duero, una de las dos partes del azud termina con dos estrechas callejas para desviar parte del rio. Son los Cañales de Charquitos, el ingenio de la época de los romanos para pescar. Los peces estaban en el ensanchamiento y construyeron esos dos canales con los que provocaban en estrechamiento del rio y los pescados se obligaban a entrar en ellos, como un pastoreo natural. Costumbre que han llevado hasta hace no mucho los lugareños de estas tierras inhóspitas.  De hecho, Charquitos, que pone apellido a los cañales, fue uno de los últimos pecadores. El rio deja a su paso pequeñas playas de arena y verdes praderas. En la ribera, chopos y fresnos, en la laderas peñascos, encinas y carrascos. El rumor del agua, el viento encajonado, la dehesa y un anuncio de arribes.

Parece que el nombre de los Infiernos, no atiende ni a la carretera ni a los abismos que desde ella se contempla, viene de una leyenda en la que algo tuvo que ver el diablo. En un recodo un cartel con letras blancas sobre fondo morado, perjudicado por las pintadas anónimas, anuncia un puente singular, casi escondido, un único arco de piedras y maleza que podría confundirse con uno de los caminos, como parte de él, que cruzan estas sendas: Puente de la Joyalada o los Infiernos, siglos XVIII-XIX Almaraz de Duero.

Almaraz de Duero tiene una orografía accidentada y contradictoria, concilia en su término los infiernos con las tierras planas de cereal. Antes se llamaba Almaraz del Pan, como muchos otros pueblos de la comarca que llevan ese apellido: Villaseco del Pan, Muela del Pan. El Duero los recorre, los riega, va dejando cascadas y saltos hasta que recibe las aguas del Esla y  tras el salto de Villalcampo se dirige al norte para buscar la raya con Portugal. Otro salto, de Castro, lo dirige al sur corriendo toda la linde, constituyendo la frontera.

Los saltos siguen acumulando agua y turbinas y cables. Muchos tienen casas para los ingenieros y trabajadores. Pequeños chales con su jardín. Lugares de recreo. Pues están todos cerrados. Pero lo curioso es que tienen puertas y ventanas tapiadas, encementadas.



Fermoselle es un laberinto. Calles estrechas, imposibles para el Insignia que trepan sin descanso y puede que no tengan salida. De la plaza, porticada, que desaparece en las fiestas con los tenados de madera para hacer las gradas, parten tres calles. Las tres empinadas, las tres hacia arriba, pero hay que volver y orientarse en la maraña de callejas y callejones. Buscamos el castillo de doña Urraca, pero está cerrado tanto el edificio como el jardín, al final de una de las tres calles. Debajo de toda esa piña de casas subidas en ese promontorio hay mil bodegas, es un pueblo horadado. Las calles empedradas, las paredes de granito y adobe, las arquitecturas serranas, una villa que ha sido construida en función de las dificultades para perforar el granito, de modo que unas construcciones pueden aprovechar una roca para asentarse o para apoyarse o para delimitar el espacio. De manera que esas calles desniveladas, esas paredes pueden ser construcciones o grandes rocas de granito aprovechadas para la ocasión. Calles sinuosas y con nombres evocadores, la Amargura, El Guapo, Portal del Villar, Tenerías, Nogal, Montón de tierra…. Requejo es la que cruza la villa y va a la Plaza Mayor.

Todo Fermoselle es un mirador y hay muchos desde todos los puntos cardinales. Cada uno de ellos, elevado, proporciona un paisaje espectacular, desde una atalaya que se ve le Duero, que se ve Portugal, los pueblos de las Arribes. El del Torojón, el del Castillo, el de Terraplén, el de las Peñas, el de los Barrancos, el de las Escaleras, subir a cada uno de ellos es un esfuerzo, pero todos proporcionan la recompensa de una vista inmensa y espectacular.



 Nos alojamos en la Casa del Regidor, en la misma calle de Requejo, la que parte la villa por la mitad y lleva a la plaza. Un aposento justo, limpio, pequeño. El plan es recorrer el Duero tramo a tramo, población a población. Los recursos turísticos varían, pero en todos está el intento de emprendimiento, de permanencia, de proyecto de desarrollo rural.  David es el dueño y habla mucho. Quizá es extrovertido o puede que no tenga muchos clientes con los que charlar. Tiene su establecimiento atestado en las fiestas, ojalá tuviera el triple de espacios se queja. El resto del año no, con cuenta  gotas. Lo que sorprende de Fermoselle, con su historia, con su ubicación, de su potencial, es que está sembrado de carteles con el anuncio SE Vende. Se venden casa, corrales, cuadras, huertos, parcelas. Explica David que la mayoría son herencias. Deben partir entre varios hermanos, no se ponen de acuerdo y venden. Pero no se compra nada, así que los carteles aumentan y se quedan viejos y es la muestra más dramática de esta España vaciada que acompaña al Duero. Un indicador que muestra desolación de presente y negrura en el futuro.



El siguiente destino será Torre de Moncorvo, ya en Portugal, pasando por Bemposta el primer pueblo del país vecino tras pasar la frontera.  Otro pantano, un salto espectacular. Y luego el Duero recibe un hilo de agua del Tormes, que ahí llega consumido del pantano de Almendra

No hay comentarios:

Publicar un comentario