miércoles, 15 de abril de 2015

232

No es un capicúa, es lo que le pasó al hijo del amigo de Honorio que lo contó, entre la indignación y el choteo, en el bar de Betty.
El jubilado de la banca no acudió al bar por buscar a su amigo y a la vez enemigo del mus, ni había partida prevista ni era hora, fue para contar lo de su hijo y por avisar de que no cayeran en la trampa de una cosa que se llama Canalcar.
-¿Eso qué es?
Contestó Honorio a la pregunta:
-Una empresa que compra coches.
Su colega no estuvo de acuerdo:
-No compra. Quiere quedárselo sin pagar.
-A ver, que no me entero.
Fue Honorio quien de nuevo habló, en un intento de ilustrar al zapatero.
-Sí, hombre. La  has oído en la radio, machacan con un soniquete que dice algo así: compramos tu coche, compramos tu coche, compramos tu coche.
-Lo cuentas tú o lo cuento yo.
El amigo se rebeló contra Honorio como si jugaran al mus, pero no era el caso, es que había ido justo para contarlo y no lo estaba dejando.
-Tu, tu.
Y empezó: Pues mi hijo oyó el dicho anuncio ese. Parece que hay una página de esas en Internet, eso no sé cómo funciona, pero entró ahí y se lo tasaron según el modelo y la marca y los años del coche…
-Eso hacen todos los talleres
-Esto fue por Internet. Y luego le dieron cita para que un técnico viera el coche.
-¿Cuanto se lo tasaron?
-Pues le dijeron que 1800 euros, aparte los extras que tuviera el coche.
-Y se quedó en la mitad.
-No lo interrumpas, coño
Honorio quiso dejar el campo libre a su amigo y paró las preguntas del portero. Con ello logró que todo el bar, incluso Betty y el taxista prestaran atención al relato. Este último al menos levantó un segundo la mirada y la posó en el jubilado que relataba:
-El caso es que le dieron cita y allí estaba a las nueve de la mañana. Una parafernalia. Un tipo le pidió las llaves y se montó en el coche. Mi hijo al lado, el tipo probando los frenos, las luces, el aire acondicionado, los cambios, los parabrisas. Apuntaba las cosas en una máquina de esas como que son como ordenadores pero más pequeñas. Mi hijo dice que dieron varias vueltas por las calles y que el mecánico aceleraba, y ponía el coche como a prueba. Vamos un examen en profundidad. Según iban conduciendo le decía, uy este embrague ya está un poco flojo. ¿No va a estar, si tiene 13 años y más de trescientos mil kilómetros?
-Lo iba preparando.
-Después de dar las vueltas aparcó, miró el aire acondicionado, el aceite, las ruedas, con una maquinita comprobó la pintura metalizada. Todo lo apuntó en la maquinita. Y le dijo, ahora vamos a la oficina y desde Alemania nos dicen lo que le podemos pagar. Si está de acuerdo, hacemos la operación en el momento, deja el coche aquí y le ingresamos el dinero. ¿A que no sabéis que le ofreció?.
-Como mucho la mitad de lo que le dijeron al principio.
-Le vendieron otro coche
El amigo de Honorio no quiso estirar más ni la expectación ni las adivinanzas.
-232 euros.
-¿Cuanto?
-Doscientos treinta y dos euros.
-No me jodas.
-Sin joder.
-Pero si eso le dan en cualquier chatarra.
-Eso dice mi hijo que le dijo.
-¿Y no los mandó a tomar por culo?
-Es que no acaba ahí la cosa. Como la cita se la habían dado por el correo electrónico, mi hijo entró, dice que para quedarse a gusto y decirles que si no les daba vergüenza hacerle perder el tiempo de esa manera. ¿Pues qué se encontró? Le decían que la oferta era sólo por ese día. Y encima le hacían una encuesta, donde preguntaban: ¿está satisfecho con la tasación de su coche? ¿recomendará nuestra empresa?
-¿Y dices que la empresa es alemana?

-Eso le dijeron. Canalcar. Que no os engañen.
Y todos los del bar de Betty tomaron nota: Canalcar, caca.

No hay comentarios:

Publicar un comentario