-Anda, traidor, que eres un traidor.- Espeta Betty a Honorio
medio en broma medio en serio nada más entrar por la puerta del remozado bar.
-Pero qué lujo es este.-Dice el jubilado sin hacer caso del
reproche.
Es el primer día de los de Betty, tras la profunda
trasformación que ha experimentado el local. La mujer dijo que necesitaba una
manita de pintura. Se puso a ello y el arreglo ha durado más de tres meses. Desde mediados de septiembre. Es
verdad que ya en faena, el lavado de cara se transformó en una reforma de
arriba abajo. Un chaperón en el que la mujer se embarcó y ha transformado
radicalmente el sitio, pero que casi le ha costado la vida. A disgustos.
Se encargaron unos conocidos de los de la fibra óptica de
telefónica. En principio eran de fiar, habían hecho trabajos con los operarios
e incluso habían estado con ellos en el bar de Betty. Ahí se los presentaron.
Un presupuesto aceptable y sí, un proyecto fácil que iba a modernizar el bar. Y
ya de puestos, pues meter máquinas nuevas, que todas, los frigoríficos, plancha,
tenían lo suyo. Vaciaron el local, la trastienda, la cocina, el trastero,
dejaron los papeles de las paredes colgando, amontonaron en el centro del lugar
aperos de albañilería, cobraron lo acordado, y desaparecieron.
Ni rastro de ellos.
Así que Betty se quedó sin operarios y sin dinero. Anda en juicios y por
eso se ha retrasado tanto lo que parecía un paréntesis de unas semanas. También
dejaron una hormigonera como prueba de su paso hampón.
Durante ese tiempo los parroquianos se quedaron sin lugar de
referencia, sin sitio donde verse, sin destino al salir o volver de casa. El
bar más cercano es el de Juani, la enemiga mortal de Betty, justo enfrente, al
otro lado de la plaza, como ya se ha dicho en estas crónicas postátiles. Era el
lugar ideal como sustituto, para esperar, desde su ventana podrían contemplar la
marcha de la reforma. Pero todos temían ofender a Betty. Casi todos sabían
parte de la historia: una vez fueron como hermanas Juani y Betty, uña y carne.
Pero de eso hace mucho tiempo, ahora no se pueden ni ver. Pocos conocen la
razón de la ruptura inmisericorde, pero todos temen la ofensa y la ira de Betty si tuvieran
tratos con “esa”. Así se refiere a su antigua alma gemela.
A ninguno de los parroquianos se le ocurrió ser infiel, así que fueron a otros bares del barrio, pero ni coincidían. Se acercaban todos, como
si hicieran turno de guardia, a ver cómo iban las obras, se quedaban un rato
mirando desde el centro de la plaza y luego se iban. Y el café o la cerveza,
más rápidos, como de prestado, los tomaban en otros sitios. Nunca enfrente.
Solo Honorio pasó por ese bar enemigo. Quizá para controlar
quien iba de los de Betty. Ninguno. Quizá por eso lo llama traidor Betty. Pero
en el tono hay más simpatía que reproche.
No hay fiesta de inauguración, que Betty dice que con lo que tiene
encima, con la estafa de los conocidos de los de la fibra óptica y lo que le
debe al banco no está para fiestas. Aunque su hija dice que claro que habrá
fiesta.
-Eso el sábado.
Así que abre Betty el bar, totalmente cambiado, transformado
como si fuera otro sitio, y los habituales entran y se quedan como si no
hubiera pasado nada. No está la chica pelirroja, de modo que falta la imagen de
la lectora en la esquina de la barra. Pero está Paqui, cerca del taxista sin estar con él, y éste mira el fondo del vaso vacío casi antes de vaciarlo. Honorio
y su amigo. El zapatero. La chica de la ORA hablando con la hija de Betty,
íntimas. El portero no se ha ido a su casa y ha entrado con dos vecinos y con
su hijo. La señora que probaba suerte en la máquina tragaperras ha entrado con
una moneda en la mano, ha mirado, ha pensado que estaba en otro sitio y se ha
dado la vuelta sin decir nada.
Todos miran el debate como si se hubieran juntado para eso.
Lo ven en la 13.
-Manda cojones venir aquí a ver la tele de los obispos.-Dice Honorio
-En el fondo te va la marcha.- Se ríe la hija de
Betty.
Se concentran en ver el debate a tres. Antes de que empiece,
el zapatero, y Betty, y Honorio, y la chica de la ORA, hablan mucho de Rajoy.
-Ha dicho que llega donde llega. Nos ha jodido. Y que este
tipo sea presidente de este país.
-Dice que no puede debatir con todos.
-Fijate, yo creo que no es que le de miedo, que también, es que
es un vago.
Luego se concentran en mirar, en reír, en olvidarse del
debate, en hablar de lo bien que ha quedado el bar de Betty, en señalar lo
nervioso que esta Rivera, en cómo atacan Rivera e Iglesias a Sánchez, en que
Iglesias se pone en plan moderador, en que Sánchez está flojo, en que Iglesias
le pasa la mano por el lomo a Sánchez y luego de da un zasca, en que Sánchez es
bastante más alto.
Para Honorio está claro que ha ganado Iglesias. Al zapatero
se le ve el plumero sociata y dice que quien mejor ha estado es Sánchez. Y entonces
Paqui, tras mirar al taxista ensimismado, dice que a ella le parece que el es Rivera.
-Lo que nos faltaba Paqui con Ciudadanos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario