Y se fueron en grupo al Retiro, a la Feria del Libro, como a una
escapada cultural, empática y solidaria. La excursión la planteó la hija de
Betty y cuando ésta puso cara de a qué viene eso, la hija le recordó qué ella
había organizado algo parecido cinco años atrás y arrastró a todo el mundo (véase
la referencia pasada en este blog o en
algún antecedente perdido en las nebulosa de la red) Ante lo cual la dueña del
bar no sólo dejó de poner objeciones sino que contribuyó a animar.
Honorio y su amigo íntimo excepto a la hora de jugar al mus se
pusieron zapatillas de deporte, gorra y mochila con botellita de agua. Betty,
con ellos. La hija de Betty y la chica de la ORA amanecieron juntas, también con
calzado deportivo. El zapatero había
pasado a recoger al portero, ambos aparecieron dispuestos y con las manos en
los bolsillos. Los de telefónica, al ser domingo, no aparecieron por el bar. El
taxista, tampoco. Ni Paqui. Nadie especuló si estaría con él o con otro, en
función de lo que hubiera exigido el oficio.
Ahí estaban todos con Betty, cuando decía:
-Eso, allá ellos.
La pelirroja, que había vuelto a leer en silencio sobre el taburete en
la esquina de siempre a pesar de la reforma, se apuntó al oír la convocatoria.
Se presentó con los patines al hombro. Que así aprovechaba, dijo sin que nadie
le preguntara nada, pero por si las miradas de sorpresa.
Fueron todos en grupo, pero pronto se separaron. Cada uno se paraba
ante una caseta, cada cual ojeaba una
portada, cada quien volvía la cabeza ante un famoso, o seguía de largo. Así no
habían avanzado ni veinte metros por el Paseo de Coches y el grupo
se había disgregado. Ni el amigo de Honorio lo seguía. El gentío, el calor sofocante,
la falta de agua salvo los previsores, las terrazas, los puestos de refrescos….
Nada contribuyó a que el grupo permaneciera unido. No fue una desbandada, se fue
deshaciendo como un azucarillo en la aglomeración de la Feria una mañana de
domingo. Como no habían previsto tal fuga, tampoco quedaron para reunirse al
final, ni para tomar un aperitivo ni para volver al barrio.
Aparecieron todos en el bar a la mañana siguiente para reprocharse no
haberse organizado mejor. Y cada uno contó su aventura, consistente básicamente
en deambular sin objetivo y sediento por entre las casetas y entre el masa de
curiosos. La pelirroja, la hija de Betty y Honorio, habían comprado un libro
cada uno, el resto, no. Todos habían visto a quien firmaba. Una misión en teoría imposible si se tiene en cuenta, que
esa mañana de domingo, entre las 12,30 y
las tres, había 277 autores firmando.
Se ve que a la mayoría les llamo la atención
las mismas caras mediáticas convertidas en autores firmando libros. Cada
cola suponía un reclamo, así que veían una y se acercaban: Un famoso
poniendo la firma, un editor embobado con su descubrimiento. Aglomeración que veía
la banda desbanda del bar de Betty, allá que iban, a ver quién era. Apenas repararon
en los escritores que esperaban, pacientes y solitarios, a que alguien se apiadara
de ellos.
En el bar de Betty se resumió la inmersión cultural de la Feria del Libro en apenas cuatro nombres, los más buscas del domingo, los que concentraron
ante su caseta las colas más nutridas bajo el sol de justicia: un
yotuber, un niño filósofo y Mario Vaquerizo.
-También estaba Risto Mejide, Mónica Carrillo, Miguel Ángel Revilla, Maxim
Huerta, Nieves Herrero, Irene Villa....- Repasó la chica de la ORA
-Sí, también la vi yo. Dijo el cartero.
-Yo no- Aportó el portero.
-También había escritores. -Apuntó con intención la pelirroja.
-Pero esos no son famosos- Aclaró con no menos intención Honorio.
‘Ser inteligente no es un delito. Aventuras y desventuras de un joven
pensador’, es la obra que firmaba Álvaro Caba Ciudad, en la caseta 196, el
talaverano de 13 años que lleva ya tres escribiendo un blog y colabora en
diferentes medios. Los paseantes volvían asombrados y dudaban si pedirle una dedicatoria
o invitarlo a un refresco.
Algunos años más tiene el barcelonés Raúl Álvarez
Genes, 27, más conocido como AuronPlay, youtuber deslenguado y torrencial, parece que con millones
de seguidores, que ha escrito un libro sobre su vida. Se titula ‘Auronplay, el
libro’, y se explica en capítulos como: El nacimiento de La Bestia, La forja del héroe, Mis amigas, las hormonas, Te ganarás el pan con el sudor de tus coj…, Celebridad descerebrada, 10 años
después. Es decir, desde la
vida sin Internet, su primer troleo a un profe, su primera borrachera, su
primera novia, las primeras pajillas, los
colegas... Y cómo, de repente, todo cambió el
día que colgó su primer vídeo y descubrió que a la gente le gustaba.
No lo conocía nadie
del grupo del Bar de Betty, pero todos vieron que era el que más gente tenía
esperando, que firmaba sin parar bajo sus gafas negras. “Por favor, abrid el
libro por la página que queréis que os firme y tened preparados los teléfonos
para hacer fotos”, decía uno de los los
responsables de la caseta intentando organizar el tumulto, como había hecho el día anterior.
-“¡Papa graba, papa graba!”, oyó la hija de Betty que gritaba una fan emocionada cuando llegaba su turno.
Parecido poder de
convocatoria, el de Mario Vaquerizo, que en la caseta 296 firmaba ejemplares de
su libro, 'Vaquerizismos', parece que sobre pensamientos y dichos suyos.
La pelirroja apuntó que ella compró un
libro de Martín Caparrós y se fue a patinar.
-¿Ese quién es?
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