Noche
de teatro, el mejor remate para las fiestas. Desde Bogajo a Peralejos, poco más
de veinte kilómetros, una propuesta irrechazable. Lo dijo Tere, esta noche vamos
a Peralejos, hay teatro, ¿te vienes?
A
cualquier cosa que hubiera propuesto Tere el viajero hubiera dicho que si. De
modo que a las nueve salieron para llegar a Peralejos con tiempo, que la
función daba comienzo a las diez. El local, amplio y en pleno griterío, estaba
atestado pero por alguna razón había unas sillas reservadas en las primeras
filas. No fue misterio, una de las que actuaba era prima de Tere.
Ambiente festivo de cierta resaca dichosa. Acababan las fiestas del lugar pero
habían tenido como estrellas a las Azúcar Moreno. Palabras mayores, dijo un
señor mayor con la boina en la coronilla cuando contaba la novedad. Un cartel
que se tardará en olvidar.
El
alcalde también forma parte del grupo de teatro, es el impulsor, el sostenedor,
el animador y uno de los miembros más entusiastas. Tomó la palabra en el
escenario, para presentar a sus compañeros presentes; los de la compañía a un
lado y los de la alcaldía al otro. Es decir, los actores aficionados y los
concejales. Pidió un aplauso para los comediantes y dio las gracias al pueblo
por el apoyo a cuanta iniciativa festiva se había producido. Y por las Azucar
Moreno, dijo otro señor con la boina también en la coronilla, un poco más ladeada que la del anterior.
Hizo
también uso de la palabra antes de empezar la función el miembro más veterano
del grupo. Un hombre de edad avanzada, de voz potente que recordaba al Fernando
Fernán Gómez cuando declamaba aquello de “Señoriítooo” en El viaje a ninguna
parte. La misma postura, parecida entonación: Idéntico entusiasmo por las
tablas. El veterano actor de Peralejos, que luego resultó ser guardia civil
retirado y familia de alfareros, improvisó un discurso que posiblemente llevaba
bien preparado. En él cantó al arte de Talía para aplaudir la comedia como el mas
noble arte del teatro. Se dio un paseo por los griegos, pasó por el minotauro
de Creta y llegó a los infiernos de Dante. Todo para demostrar la importancia, trascendencia y
antigüedad de la comedia. Perdió un poco el hilo de su discurso, seguramente porque
quiso acortarlo, pero nadie se enteró. Fue muy aplaudido, sobre todo porque el
salón de actos atestado, achicharrado por el calor humano y el del ambiente de agosto,
quería que empezara la función.
La
función comenzó y los seis miembros que forman la compañía se defendieron con
dignidad. Todos recordaban a Fernán Gómez porque han aprendido a impostar la
voz para elevarla y que se oiga en las
últimas filas. A todos se les oyó, se les entendió y se les aplaudió. Todos
arrancaron carcajadas entre un público entregado, dispuesto a que alguien les
hiciera reír. La compañía estrenaba obra, como hace cada año en las fiestas
desde hace catorce años. Durante el curso, en teoría el invierno, aunque las
ocupaciones de unos y de otros retrasan ensayos y decisiones, van preparando la
función del día de las fiestas. Luego, tras el estreno, hacen una cierta
tourneé por los pueblos de alrededor, no muchos, que no es fácil disponer de
fechas libres y cada uno de los comediantes tiene otras obligaciones.
Suelen
elegir una obra fácil, digerible, de no demasiada duración y sobre todo cómica.
Tienen comprobado que su público lo que más agradece es la comedia. De modo que
la acción se desarrollaba en la sala de espera de un médico dentista: la enfermera que va mandando pasar, el
señor que acude sin cita previa, el parlanchín que a todos cuenta su vida y dos
consuegros que se detestan y coinciden en lugar tan disparatado. Situaciones
reconocibles, juegos de palabras, chistes un poco gruesos, el temor al sacamuelas...Parecían la ecuación
ideal. Golpes de efecto bien medidos y si no bien impostados por los actores
aficionados que ya demuestran tablas en el escenario. Niños, jóvenes, adultos y
viejos disfrutaron. El descanso apenas dura cinco minutos para improvisar otra
pieza distinta que, como transcurre en la consulta de un médico, papel representado
por el alcalde, parece la continuación de la anterior.
No
lo es pero tiene perecidos efectos: risas, situaciones de malentendidos y contento de los espectadores. Una
de las actrices, la prima de Tere, explicaría que en realidad su papel no
debería ser de vieja, pero bueno, que se empeñó el alcalde.
Lo
que hacen en Peralejos lo hacían en muchos pueblos de Castilla hace años:
comedias. El ocio y la diversión pasando por el teatro. Las largas noches de
invierno dedicadas a preparar la función del verano. Entusiasmo y mérito y
afición por parte de un grupo de escogidos: tres amas de casas, un alcalde, un
jubilado y un agricultor que fueron pioneros y ahora son reserva cultural.
Una reserva también presente en muchos barrios de las ciudades, donde quedan grupos de aficionados que se empeñan en hacer teatro. Se trata de un circuito de ocio que merece la pena descubrir y apoyar
Una reserva también presente en muchos barrios de las ciudades, donde quedan grupos de aficionados que se empeñan en hacer teatro. Se trata de un circuito de ocio que merece la pena descubrir y apoyar
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