domingo, 22 de junio de 2014

Mi barrio



Sebastián quiere ser de mayor ingeniero mecatrónico y Eyder  dice que será biólogo marino. Mientras sueñan con su futuro son niños, uno de 14 años y otro de 13, que viven en barrios marginales de Cartagena de Indias. Ellos representan la otra cara, la menos favorecida, de la ciudad amurallada, turística y colonial. Ambos se encuentran en el museo San Pedro Claver, mostrando y defendiendo sus obras. Porque son artistas, como Royver, Jair, Jayna o como Lauren, y quieren enseñar con sus fotos que la ciudad donde viven no sólo son playas. La realidad que ellos conocen es bastante diferente a la de los cuidados catálogos de las agencias de viajes.
La Fundación Cultura Afrocaribe les dio una cámara y les propuso hacer fotos de sus vidas, de su entorno, de su familia. Enfocaron lo que veían más cerca, dispararon, y el resultado está en las paredes del museo. Son instantáneas llenas de vida, de historias, de miradas sobre su existencia, siempre dura, llena de carencias, repleta de violencias. Magníficas fotos que son resultado de hallazgos o de búsquedas pero que suponen voces diferentes, auténticas. El proyecto fotográfico se llama Mi Barrio y ahí están los frutos: cinco niños, cinco cámaras, cinco miradas, cinco barrios, Santa Rita, Loma Fresca, El Toril, Boston y San Francisco. Ellos mismos han titulado las fotos: ‘Mi sombra’, ‘La sala de mi vecina’,  ‘El olvido de la abuela Kata’, ‘Pintando el futuro’, ‘Mi hermana’, ‘Mi tía, mi vecino, carga lavadora’,  ‘El sol saliendo y Iluminando’, ‘La planta de plátano en mi casa’, ‘Al frente de mi casa, muy lindo’.


Sebastián ha fotografiado un estrecho paso entre dos altos muros y lo ha titulado ‘Pasillo hacia un mundo mejor’. Pero la foto que más le gusta es la que se llama ‘Mi sombra’, que es la elegida para la portada del catálogo. La hizo Royver Estiven, de 10 años, que quiso hacer la foto de una gallina, a sus pies, y halló su sombra.
El día de la inauguración es una fiesta con refrescos para todos. Están los artistas y los familiares de los artistas, casi todo mujeres, venidos a la presentación, en el centro amurallado, desde sus barrios lejanos, africanos, violentos, excluidos y olvidados. Es donde trabaja la Fundación, en lugares donde les falta todo, donde la tasa de analfabetismo es muy alta, donde los niños tienen pocas posibilidades de salir del barrio. Donde lo más probable es que terminen en pandillas ellos y embarazadas a temprana edad ellas.
Tras mostrar orgullosos sus creaciones, madres, tías y niños y curiosos asisten a la proyección de un documental, titulado ‘Mi barrio’. En él, cinco familias valientes que han abierto a la cámara la puerta de su casa cuentan su cruda realidad, sus carencias, sus ilimitadas necesidades, sus sueños. Un padre pide una cancha de deporte para que los chicos no estén desocupados y peleados; una madre afirma que no puede salir de casa por la violencia; una mujer cuenta que le mataron a  marido de un tiro; una adolescente solo quiere salir del barrio; un niño afirma que ahora al menos se puede jugar en la calle; para una abuela que lo peor es “que te entran en la casa”; un hombre, Jorge, quiere llegar a ser cantante y poder ayudar a su barrio. Tiene una canción que él mismo ha compuesto, una magnífica letra que rapea al final del documental, titulada precisamente Mi Barrio. Se lleva los aplausos de todos.
Las fotografías logradas por estos jóvenes fotógrafos permanecerán un mes expuestas en el museo. Componen un escaparate de las vidas que les toca vivir. Son una ventana abierta para que veamos qué pasa en sus barrios. Son voces que reclaman, instantáneas que explican, fogonazos de visibilidad, como gritos. Porque son cinco los niños que recibieron su cámara, de los 250 con los que trabaja la fundación. Pero hay muchos más llenos de problemas, con unas capacidades que a lo peor no pueden desarrollar. Necesitan leer y escribir, y motivaciones creativas, y actividades que les acerquen la oportunidad de un futuro. Sobre todo atención.
Royver Estiven Colón León, ese es su nombre completo, el de la sombra, es vivo, flaco y rápido. Parece orgulloso de lo que ha hecho pero tiene otro sueño, No piensa nada en un futuro de estudios superiores de ciencias, como Sebastián o Eyder. Él quiere ser futbolista, “como Cristiano”.


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