Sebastián
quiere ser de mayor ingeniero mecatrónico y Eyder dice que será biólogo marino. Mientras sueñan
con su futuro son niños, uno de 14 años y otro de 13, que viven en barrios
marginales de Cartagena de Indias. Ellos representan la otra cara, la menos
favorecida, de la ciudad amurallada, turística y colonial. Ambos se encuentran
en el museo San Pedro Claver, mostrando y defendiendo sus obras. Porque son
artistas, como Royver, Jair, Jayna o como Lauren, y quieren enseñar con sus
fotos que la ciudad donde viven no sólo son playas. La realidad que ellos
conocen es bastante diferente a la de los cuidados catálogos de las agencias de
viajes.
La
Fundación Cultura Afrocaribe les dio una cámara y les propuso hacer fotos de
sus vidas, de su entorno, de su familia. Enfocaron lo que veían más cerca,
dispararon, y el resultado está en las paredes del museo. Son instantáneas
llenas de vida, de historias, de miradas sobre su existencia, siempre dura,
llena de carencias, repleta de violencias. Magníficas fotos que son resultado
de hallazgos o de búsquedas pero que suponen voces diferentes, auténticas. El
proyecto fotográfico se llama Mi Barrio y ahí están los frutos: cinco niños,
cinco cámaras, cinco miradas, cinco barrios, Santa Rita, Loma Fresca, El Toril,
Boston y San Francisco. Ellos mismos han titulado las fotos: ‘Mi sombra’, ‘La
sala de mi vecina’, ‘El olvido de la
abuela Kata’, ‘Pintando el futuro’, ‘Mi hermana’, ‘Mi tía, mi vecino, carga
lavadora’, ‘El sol saliendo y
Iluminando’, ‘La planta de plátano en mi casa’, ‘Al frente de mi casa, muy
lindo’.
Sebastián
ha fotografiado un estrecho paso entre dos altos muros y lo ha titulado
‘Pasillo hacia un mundo mejor’. Pero la foto que más le gusta es la que se
llama ‘Mi sombra’, que es la elegida para la portada del catálogo. La hizo
Royver Estiven, de 10 años, que quiso hacer la foto de una gallina, a sus pies,
y halló su sombra.
El
día de la inauguración es una fiesta con refrescos para todos. Están los
artistas y los familiares de los artistas, casi todo mujeres, venidos a la
presentación, en el centro amurallado, desde sus barrios lejanos, africanos,
violentos, excluidos y olvidados. Es donde trabaja la Fundación, en lugares
donde les falta todo, donde la tasa de analfabetismo es muy alta, donde los
niños tienen pocas posibilidades de salir del barrio. Donde lo más probable es
que terminen en pandillas ellos y embarazadas a temprana edad ellas.
Tras
mostrar orgullosos sus creaciones, madres, tías y niños y curiosos asisten a la
proyección de un documental, titulado ‘Mi barrio’. En él, cinco familias
valientes que han abierto a la cámara la puerta de su casa cuentan su cruda
realidad, sus carencias, sus ilimitadas necesidades, sus sueños. Un padre pide
una cancha de deporte para que los chicos no estén desocupados y peleados; una
madre afirma que no puede salir de casa por la violencia; una mujer cuenta que
le mataron a marido de un tiro; una
adolescente solo quiere salir del barrio; un niño afirma que ahora al menos se
puede jugar en la calle; para una abuela que lo peor es “que te entran en la
casa”; un hombre, Jorge, quiere llegar a ser cantante y poder ayudar a su
barrio. Tiene una canción que él mismo ha compuesto, una magnífica letra que
rapea al final del documental, titulada precisamente Mi Barrio. Se lleva los
aplausos de todos.
Las
fotografías logradas por estos jóvenes fotógrafos permanecerán un mes expuestas
en el museo. Componen un escaparate de las vidas que les toca vivir. Son una
ventana abierta para que veamos qué pasa en sus barrios. Son voces que
reclaman, instantáneas que explican, fogonazos de visibilidad, como gritos.
Porque son cinco los niños que recibieron su cámara, de los 250 con los que
trabaja la fundación. Pero hay muchos más llenos de problemas, con unas
capacidades que a lo peor no pueden desarrollar. Necesitan leer y escribir, y
motivaciones creativas, y actividades que les acerquen la oportunidad de un
futuro. Sobre todo atención.
Royver
Estiven Colón León, ese es su nombre completo, el de la sombra, es vivo, flaco
y rápido. Parece orgulloso de lo que ha hecho pero tiene otro sueño, No piensa
nada en un futuro de estudios superiores de ciencias, como Sebastián o Eyder.
Él quiere ser futbolista, “como Cristiano”.
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