Carta
urgente de Betty. Dice que de desahogo. Ya supongo que estás bien, que te
tratan bien en Colombia. No te escribo para preguntar, solo quería que supieras
lo que ha dicho Montoro, aunque igual ya lo sabes, que lo habrás leído por
Internet, pero es que nos ha dejado alucinados en el bar. Hace tiempo que no
viene por aquí, lo menos tres o cuatro semanas, se ve que no necesita su dosis
de Mirinda. O a lo mejor dice eso por no tomarse la Mirinda que sabes que aquí
por lo menos la toma siempre doble.
El
ministro dice que el mundo mira a España con admiración y sorpresa. Nos ha
jodido, sorprendidos de que no lo hayan corrido a gorrazos. Dice Honorio, sabes
quién te digo, que como aparezca de nuevo por el bar no se va a contentar con
decirle cuatro cosas a la cara, que le va a dar con la zapatilla, por mentiroso
y por tramposo. Mi hija se ríe, pero te digo que el jubilado es capaz de
hacerlo. El problema es si viene con esos gorilas que ha traído algunas veces.
Eso dice mi hija, que mejor que no venga, que se va a armar, que la gente está
muy harta. Aquí cada vez se gasta menos porque ni hay dinero ni se le espera,
ya nadie se cree que esto lo arreglan, y ya no les vale con el cuento de que la
culpa es de los otros.
Pero
vamos, que diga que nos miran con admiración y sorpresa. Delira. Yo le digo a mi
hija que este hombre o es cínico o no se entiende. Mira que al principio te
decía que me gustó que se pasara por el bar para ver de cerca la España la real.
No sé si va a tener razón el taxista, te acuerdas, cuando decía que solo venía
para reírse.
Por
aquí todo igual, solo que peor. La chica del ORA está hecha polvo, porque se le
cumple el contrato y no se lo renuevan. El hijo del portero sigue sin encontrar
trabajo y ya lleva tres años desde que tuvo el último. Los de la fibra óptica
dicen que les queda tarea hasta el 15 de julio, que luego no saben. El de la
Coca cola ya sabes que viene por aquí pero no a reponer, que está en su casa
hace meses. Últimamente tampoco viene la chica pelirroja. Mira que no hablaba
nada ni decía ni se metía, pero se la echa de menos, extraña no verla con su
libro en la esquina. Los demás más o menos como siempre.
Así
que tras los comentarios de la carta de la dueña del bar donde transcurre desde
hace algunos años buena parte de este blog, el viajero se puso a mirar en los
periódicos qué sería lo que había indignado a los parroquianos de Betty. Y le
dio la razón a la mujer: hay un cinismo consciente o ensayado para hacer
comulgar con ruedas de molino a la ciudadanía española. El ministro de Hacienda
tiene cierta habilidad para decir que baja lo que en realidad sube. Empezó sus juegos
cínicos del lenguaje con aquello de “que caiga España que ya la levantaremos
nosotros”. Y desde entonces ha ido rizando el rizo, de chulería o ausencia de
transparencia, hasta llegar a lo del “circulo virtuoso” de la economía española.
Los políticos tiran de argumentario prefabricado y el partido en el Gobierno es
experto en decir una cosa y hacer otra, y sobre todo en anunciar buenas nuevas
cuando la ciudadanía no ve más que nubarrones en el horizonte. Retuercen el lenguaje para seguir apretando a
los mismos y no se les mueve un pelo para atajar todos los Gowes que les
rodean.
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