Cuenta John Lee
Anderson que García Márquez viajó por primera vez en avión intercontinental a
los 28 años. Fue en 1955 y el vuelo lo llevó, cruzando el Atlántico, de
Colombia a Ginebra. Lo leo en el libro Gabo periodista, durante el vuelo que me
lleva de Cartagena de Indias a Bogota. Me pongo a echar cuentas y compruebo que
la primera vez que monté en avión fue también en un viaje transoceánico que me
llevó de Madrid a Lima, en noviembre de 1984. Y tenía 28 años. Punto, hasta ahí
las coincidencias.
Había cerrado la
revista Actual y pensé que la mejor inversión de aquella indemnización era un
viaje. Recorrimos durante dos meses largos el Perú, con buenos contactos, de
modo que fue una inmersión muy aprovechada tanto por Lima como la costa, la
puna o la selva. No es del todo casual que vuelve a pensar en aquel viaje
porque de allí salieron algunos personas, ciertas vivencias, sensaciones que se
quedaron para siempre. Y tenia 28 años.
Un nombre se me
quedó, el de una periodista lista, inteligente, atractiva. No recuerdo bien
quien la presentó pero me acuerdo perfectamente de ella. Seguro que aportó claves
para entender la política peruana de entonces, que regaló direcciones y contactos.
Se llamaba Sonia Goldenberg.
El sábado pasado
asistí a una maratoniana reunión de la Fundación Gabriel García Márquez para el
Nuevo Periodismo Iberoamericano en un hotel de Cartagena. Todo el equipo,
liderado por Jaime Abelló y el control gerencial de Ricardo Corredor, trató
estrategias, proyectos y planes de futuro tras la muerte de su fundador y
valedor. De pronto en uno de los paneles apareció el nombre de Sonia
Goldenberg.
Ahora sé que hace
documentales que le premian. Y somos amigos en Facebook.
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